Buscado por hay me encontre este Interesante articulo, que me hace pesar sobre una o dos , o son tres... mmm creo que mas cosas de las qeu actualmente hago mal. No tengo hijos pero si un sobrino al cual creo que le estoy ayudando. y en busca de ello les dejo este articulo.
Educación Integral: un verdadero legado
“Lo mejor que puedo dejar a mis hijos es una buena educación”. Sin duda la mayoría de los padres y madres consideramos que este es el mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos e hijas, ya que les provee las herramientas necesarias para “salir adelante”.
Definitivamente una buena educación se constituye en un factor determinante en el desarrollo de la niñez. Sin embargo, frecuentemente se ha limitado el concepto de educación a lo puramente académico.
Así, en la actualidad vemos a padres y madres preocupados, desde la más tierna infancia de sus hijos e hijas, por la escogencia de la institución en la que estudiarán, visualizando, en casos algo extremos, su graduación de tal o cual universidad.
¿Cuál centro educativo es el que enseña mejor el inglés? ¿Es fuerte la carga académica de esa escuela?, porque no me gustaría que mi hija se quede rezagada. ¿Les enseñan computación?, ¿les enseñan un tercer idioma?
Estas y otras preguntas similares son las que escuchamos con más frecuencia cuando los padres y las madres se refieren a los posibles centros para que sus hijos e hijas cursen estudios.
Este tipo de cuestionamiento es muy válido y no se debe quitar mérito a esta actitud, que denota un genuino interés por el bienestar de nuestros hijos e hijas. Sin embargo, quisiéramos reflexionar acerca del profundo significado del verbo educar.
Una educación integral
Una acepción simple de educar es: desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales, morales o físicas. Esto nos lleva a recordar que los seres humanos somos seres integrales y que por lo tanto, si limitamos la educación únicamente a lo cognitivo, estaríamos dejando de lado aspectos esenciales en la formación integral de nuestros hijos e hijas.
Del aspecto físico y la necesidad de su desarrollo en una sociedad que se torna cada día más sedentaria, se han escrito numerosos libros y artículos que nos orientan al respeto. Inclusive, los centros educativos, desde tiempo atrás, ofrecen espacios que propician que niños y niñas fortalezcan esta importante área.
Por el contrario, a pesar de que es notoria la decadencia moral que sufre nuestra sociedad, es mucho menor, comparativamente, la importancia que se da al desarrollo moral de niños y niñas, no sólo en los centros educativos, sino lamentablemente también en el hogar.
En los últimos años, han emergido conceptos tales como “inteligencia emocional” y “capacidades emocionales y sociales”, como una especie de “relanzamiento” de los principios y valores morales propuestos por el mismo Jesús más de 2000 años atrás.
Estos nuevos conceptos, enfatizan la importancia de la interiorización y desarrollo de valores morales tales como la empatía, la honestidad, la integridad y la amistad, para el desarrollo integral de niños y niñas.
¿Por qué? Porque los y las menores, cuyo desarrollo emocional ha sido estimulado a través de la enseñanza de valores morales, tendrán una mayor posibilidad de manejar adecuadamente las relaciones personales y sociales que establezcan, y de enfrentar las situaciones difíciles que se les presenten durante su adultez. No es suficiente con alcanzar logros profesionales para poder tener éxito en la vida. Las relaciones personales saludables y una actitud positiva ante la vida son esenciales.
Pero, ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo lograr que nuestros hijos e hijas desarrollen esta importante área de su ser integral? ¿Son las instituciones educativas las que deben formar los valores morales? Debido a que niños y niñas pasan una importante cantidad de tiempo en los centros educativos, es importante que al elegir el lugar en el que estudiarán, tomemos muy en cuenta si se le otorga o no importancia al desarrollo de valores morales. Sin embargo, el papel de los padres en esta área es de vital importancia
Tarea de los padres
La forma más efectiva, por no decir única, de formar valores morales en nuestros hijos es a través de nuestro ejemplo. Los niños y niñas imitan el comportamiento de aquellas personas de mayor influencia en sus vidas, es decir, nosotros los padres y madres.
Cuando a un niño se le enseñan valores morales a un nivel puramente teórico o cognitivo, es muy difícil que incorpore estos valores como parte de su comportamiento, es decir en sus acciones y reacciones diarias. Por el contrario, cuando el niño o niña tiene un modelo que le demuestre en forma práctica cómo aplicar valores como la honestidad, la integridad, la empatía, la amistad, la lealtad y el dominio propio, será capaz de ir integrando y reproduciendo estos valores en su vida, en las diferentes situaciones que se le presenten.
Como ejemplo de lo anterior, reflexionemos sobre la siguiente situación: El padre explica a su hijo la importancia de ser honesto. Sin embargo, al llegar tarde a la cita programada con el dentista, el niño oye como su padre miente acerca de las razones por las cuales llegó tarde, con el fin de “justificar” su falta de puntualidad. El mensaje implícito para el niño: ser honesto es deseable, pero si quieres justificarte de algo que hiciste mal puedes mentir.
Los valores morales como antídoto para los males sociales
Desde la perspectiva del aprendizaje por imitación, la enseñanza de valores a nuestros hijos e hijas, se convierte en instrumento de retrospección e inclusive de ajuste importante en nuestro comportamiento, lo cual no es sencillo. Sin embargo, es la forma más efectiva de proporcionar a nuestros hijos e hijas los “antídotos” necesarios contra los males sociales de nuestros tiempos.
Al inculcar honestidad, a través de nuestro ejemplo, les estaremos ofreciendo el antídoto perfecto contra la corrupción y el engaño.
La empatía y la lealtad les estarán proporcionando fuertes herramientas contra el fracaso matrimonial.
La integridad les protegerá del consumo de drogas y la promiscuidad sexual, y la amistad les ayudará a combatir la soledad e individualidad que caracterizan a las personas de nuestro tiempo.
Asegurémonos, a través de nuestro ejemplo, que nuestros hijos e hijas desarrollen valores morales que les permitan construir un proyecto de vida satisfactorio en todas las áreas. Este es el mejor legado que podemos dejarles.
Consejos prácticos
· Recuerde en todo momento que el desarrollo de valores morales durante la niñez es tan importante como el desarrollo académico.
· Realice los cambios necesarios en su propio comportamiento, a fin de vivir de acuerdo a los valores que desea inculcar en sus hijos e hijas. Incorpore y practique la honestidad, la fidelidad, la amistad, la empatía, el dominio propio, etc. Si estos y otros valores no son parte de su vivencia diaria busque ayuda profesional de un consejero o psicólogo.
· Hable con sus hijos e hijas sobre la importancia de los valores y refuerce este conocimiento cada vez que se presente una oportunidad para vivenciarlos.
· Al escoger un centro educativo, evalúe la importancia que se le da a la enseñanza y al respeto por los valores.
· Trate de explicar a sus hijos e hijas, a través de ejemplos que se presentan en situaciones ficticias (por ejemplo películas) o en la vida real, las consecuencias de no cultivar los valores morales.
· Inculque a sus hijos el amor a Dios y el respeto por toda su creación.
· Recuerde, su ejemplo es la forma más efectiva de formar a sus hijos e hijas para que sean hombres y mujeres de éxito.
Maneras específicas de cómo enseñar algunos valores
Existen muchas maneras de enseñar valores a través de las vivencias familiares. A continuación algunas recomendaciones para la enseñanza de valores, fundamentadas en el autor Lawrence E. Shapiro (La inteligencia emocional de los niños, 1997).
La empatía: La empatía es la facultad de identificarse con otros, de ponerse en su lugar y percibir lo que sienten, con el fin de entenderlos y acompañarles. Si queremos que nuestros hijos e hijas desarrollen empatía, debemos procurar que sean responsables, cooperadores en el hogar y cordiales. Enséñeles a practicar actos de bondad y consideración. Comprométales con el servicio comunitario. El comprometerse usted y su familia a ayudar regularmente a los demás, les enseñará a niños y niñas a preocuparse por otros, la importancia de la cooperación y los sentimientos de satisfacción y pertenencia que surgen al ayudar a nuestros semejantes.
El respeto: Podemos afirmar que el respeto es la base de toda convivencia ya que al haber respeto, se sabe donde terminan mis derechos y dónde comienzan los derechos de los demás. Esto es fundamental para el desarrollo de relaciones interpersonales armoniosas. Para lograr que un niño o niña integre a su vida el valor del respeto, es fundamental que se le respete a él o ella. Cuando los niños y niñas se sienten irrespetados, generan sentimientos de dolor y resentimiento que luego manifestarán en contra de los demás. Respetemos los sentimientos de nuestros hijos e hijas, en lo posible respetemos sus gustos y decisiones de acuerdo a su edad y madurez sin olvidar que . Si existen puntos de discordia negociemos nuestras diferencias, de manera que se sientan valorados y valoradas.
La solidaridad: La solidaridad es la adhesión incondicional a la causa de los demás, a sus proyectos y necesidades. La solidaridad fortalece a la sociedad ya que al haber unidad, se logran objetivos que de otra manera hubiese sido imposible alcanzar. Si queremos enseñar a nuestros hijos e hijas a ser solidarios, mostremos con nuestro ejemplo cómo colaborar con familiares y amigos cuando enfrenten una situación difícil. Anímeles a que se integren a grupos escolares que realicen tareas para el bienestar de todos y todas, y como familia, colaboren en proyectos comunitarios de bienestar social.
La tolerancia: La tolerancia es tener respeto a las libertades de los demás. Quien es tolerante, reconoce el valor de la otra persona, a pesar de que tenga sentimientos, pensamientos o ideas diferentes. Si queremos que nuestro hijo o hija aprenda a ser tolerante, es fundamental que aceptemos su forma de ser, que no se le critique, ni se le compare con los demás. Aceptemos que ellos y ellas son diferentes a nosotros. No pretendamos que hagan, piensen y sientan de la misma manera en que nosotros y nosotras lo hacemos. Tratemos de ponernos en su lugar para entender su forma de pensar y su manera de actuar, corrigiéndoles cuando sea necesario con amor y respeto. De este modo, estaremos enseñándole a ser tolerante a través de la convivencia.
La lealtad: La lealtad es la cualidad de ser fiel e incapaz de cometer traición o engaño.
Nuestras relaciones con los demás tienen un mayor compromiso cuando existe lealtad.
La persona leal, sabe que debe lealtad a los demás porque de otra manera se es infiel a sí mismo. Si queremos enseñar lealtad a nuestro hijo o hija, no traicionemos su confianza. Si él o ella le cuentan algo en forma confidencial, no lo cuente a los demás familiares, ya que se sentirá engañado y dejará de tenerle confianza. Seamos leales con nuestra pareja, para que nuestros hijos e hijas aprendan a percibir este valor como fundamental en la vida. Así también, demostremos lealtad cuando hablamos de amigos, jefes y compañeros. Ni en el más pequeño detalle engañe a otros o pida a sus hijos e hijas que lo hagan.
copiado integramente de Enfoque familiar
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