ANALISIS TOMADO DE ESTE BICHO:
Fernando Alonso Barahona
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Ella es sin duda el máximo atractivo de esta segunda parte del film de Paul Verhoeven, porque está a la altura de la primera y hace derretir la pantalla. Se echa de menos a Michael Douglas.
2 de abril de 2006. Catherine Tramell (Sharon Stone) deja San Francisco por Londres, donde trata de iniciar una nueva vida centrada en su actividad de escritora. Pero enseguida vuelve a las andadas y tras un accidente en el que perece su novio (cuando hacían el amor a más de 160 kilómetros por hora) es detenida como sospechosa de asesinato. Se ve obligada a ser evaluada por el psiquiatra Andrew Glass (David Morrisey) y entonces va a nacer un tremendo juego de amor y muerte en una relación apasionante que les confrontará con su pasado. Al igual que en su relación tormentosa anterior con el policía Nick Curran, la inteligente, seductora, bisexual y manipuladora Catherine Tramell vuelve a ser el centro de varios crímenes y de la propia locura de su psiquiatra. ¿Será todo la ficción de una novela?
Paul Verhoeven logró una obra maestra con Instinto básico (1992), protagonizada por un Michael Douglas en su mejor momento y Sharon Stone. La actriz se convirtió en estrella no sólo gracias a su célebre cruce de piernas que dejaba al desnudo su intimidad femenina, sino a su indudable talento y poderío físico. Catorce años después y con un director inferior (Caton-Jones) y un protagonista que no está a la altura de la Stone (Paul Morrisey), el perverso personaje de Catherine Tramell vuelve a la pantalla con su peligroso juego de seducción, sexo, peligro y muerte.
Sharon Stone es, desde luego, lo mejor de la película: a sus 47 años está deslumbrante y sus ojos, y su cuerpo felino y su piel desnuda, hechizan a la cámara y a los espectadores. Pero no hay mucho más que ella en esta segunda parte de Instinto básico, que recoge las formas de la obra de Verhoeven pero cuyo guión no tiene la magia morbosa de aquélla. Hay sexo, violencia, locura y dobles juegos criminales. Hay escenas intensas, como ésa en la que el psiquiatra hace el amor con una mujer mientras contempla el retrato de Catherine y deja entrever unos primarios instintos sádicos. Y - por supuesto– están todas las secuencias en las que Sharon acaricia la pantalla, en un jacuzzi, en la consulta del médico o en un mórbido prostíbulo donde se va a cometer un asesinato.
La intriga funciona de forma aceptable y la historia se sigue con un cierto interés, pero al final queda una cierta sensación de obra incompleta, fría, sin la imaginación desbordante de la primera... y se echa de menos a Michael Douglas, el único personaje capaz de ponerse a la altura de la diabólica escritora Catherine Tramell.
Instinto básico 2 [Basic Instinct 2: Risk Addiction]
Dirección: Michael Caton-Jones. Estados Unidos, Alemania, España y Reino Unido. 2006. 114 min. Interpretación: Sharon Stone (Catherine Tramell), David Morrisey (Dr. Michael Glass), Charlotte Rampling (Milena Gardosh), David Thewlis (detective Roy Washburn), Hugh Dancy (Adam Towers), Anne Caillon (Laney Ward), Iain Robertson (Peter Ristedes), Stan Collymore (Kevin Franks), Kata Dobó (Magda), Flora Montgomery (Michelle Broadwin), Jan Chappell (Ángela). Guión: Leora Barish y Henry Bean; basado en los personajes creados por Joe Eszterhas. Producción: Mario F. Kassar, Andrew G. Vajna y Joel B. Michaels. Música: John Murphy.Fotografía: Gyula Pados. Montaje: John Scott e István Király.
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